
Por Fernando Rodríguez de la Torre.
Los conocimientos de su biografía arrancan a partir de junio de 1808, cuando siendo cura párroco, con dignidad de abad, en San Julián de Arnóis, municipio de La Estrada, feligresía perteneciente al arzobispado de Santiago de Compostela, de la que se había posesionado en el año 1794, conmocionado por las noticias de los acontecimientos del pueblo español contra las tropas napoleónicas, llevado de su patriotismo, fue a La Coruña y ofrecido a la formada Junta Superior de Galicia los beneficios económicos de su Abadía, excepto 8 reales diarios que se reservado para su manutención.
Cuando llegó la invasión francesa al Reino de Galicia, en enero de 1809, fue de los primeros en alertar a las jurisdicciones de Tabeirós de La Estrada (Pontevedra), Bea, Viso (Pontevedra) y la Vega (Orense), por lo que la Junta que se formó en partidos dichos le comisionó para que solicitase armas y municiones a los ingleses. Pasó a las fragatas Libelly y Venus, y su comandante, el capitán de navío Gregor Mackinley, le dio cuanto tenía disponible. Amplió su acción marchando hasta Lisboa, donde acopió siete mil fusiles, cartucheras y otros pertrechos, cuyos puertos, con la manutención de los soldados que le escoltaban, corrió siempre de su cuenta. Estuvo presente en la reconquista de Vigo y de Santiago de Compostela, así como en la importante batalla de Puente Sampayo, el 7 de junio de 1809, en que se derrotó al VI Ejército del mariscal Ney.
Libre Galicia de enemigos, acompañó con su gente al coronel Pablo Morillo hasta Ciudad Rodrigo, donde entregó ochocientos hombres equipados. La Junta de Armamento de Galicia le encargó, el 4 de abril de 1810, la formación de una partida guerrillera, con el nombre de Cruzada, para defensa del país en caso de nueva invasión. Desde su parroquia de Arnóis dirigió una proclama al pueblo gallego (8 de abril de 1810).
El abad Piñeiro fue uno de tantos curas guerrilleros gallegos, como el abad de Valladares, Juan Rosendo Arlen y Enríquez, el coadjutor de Barco de Valdeorras, José Antonio de Neyra, los párrocos de Millaroso y Casoyo, el abad de Villar y Conto, Mauricio Troncoso, fray Francisco Giraldes, comandante, y numerosos franciscanos. Terminada la Guerra de la Independencia Piñeiro se destacó como “realista”, como se demuestra por el bando o manifiesto del gobernador militar de Santiago, José Pesci, a consecuencia del alzamiento del general Díaz Porlier, en 1815, en el que elogia “el celo , lealtad y patriotismo” de Piñeiro, quien ofreció cinco mil hombres concentrados en Tabeirós para luchar contra dicho alzamiento.
Sus servicios patrióticos fueron recompensados con una canonjía en la Catedral de Tuy, de la que tomó posesión el 28 de junio de 1822, precisamente en el período constitucional, aunque por su adhesión realista fue perseguido y recluido en el Convento Seminario de Herbón durante seis meses, hasta julio de 1823. Quebrantada su salud desde entonces, luchó contra su enfermedad y murió en Tuy el 20 de octubre de 1828. (https://historia-hispanica.rah.es/)